martes, 27 de abril de 2010

Cuando las diferencias se notan...

Siempre intento ser positiva.
Este camino que nos tocó transitar es muy duro y muchas veces son más los días en los que todo parece costar más. Días en los que uno siente que está caminando cuesta arriba y es al final de esos dias en donde, al llegar la noche, a pesar de que el cansancio sea extremo, uno se desvela mirando el techo de su habitación pensando en tantas cosas al mismo tiempo que parece que los pensamientos, la angustia y millones de preguntas se enredaran entre sí.
Estos últimos días me sentí así.
Siempre me gusta ver el vaso medio lleno y no medio vacío. Esa siempre fue mi carta de salvación a la hora en que la tristeza y los por qué deseaban (y aún desean) invadirme.
"Mi hijo va a poder", es algo que siempre me digo al comenzar cada dia.
Y en aquellos dias grises en los que siento (como dije al principio) que en vez de caminar por un camino llano, camino y escalo una montaña a la vez, son tus carcajadas, tus besos y tus profundos ojos negros, los que me hacen sentir que vos estás en la cima tirando del extremo de una soga para ayudarme a subir y asi poder estar a tu lado, para que me sigas enseñando a disfrutar de las pequeñas cosas, junto a vos.
Jamás me gustó comparar. Creo que no lleva a buen puerto, para nada. Cada vez que vamos a una plaza juntos te dejo jugar como vos querés, sé que si tenés ganas te vas a acercar a jugar con algún nene, o vas a permitir que alguno se acerque a jugar con tus baldes y compartir un rato con ellos. Pero cuando no tenés ganas y simplemente te divertís trepando o tirándote por el tobogán o pidiéndome que te hamaque, mientras todos los demás chicos juegan juntos, te respeto. Son tus tiempos, no los míos los que importan.
El fin de semana fuimos a la casa de tu tíos (mis primos) que cumplían 11 años de casados. Estabas feliz cuando te dije que ibas a ir a la casa de Mateo (hijo de ambos, tu primito) a quien adorás. Mateo tiene un año y un mes más que vos, pero a pesar de esta diferencia se adoran y él se pone feliz cada vez que se entera de que se van a ver. Es muy bueno con vos, te presta siempre sus juguetes y te tiene una infinita paciencia y disfruta mucho de tu compañía.
Cuando llegamos estaba también la primita de Mateo (por parte de la madre) que es más de tu edad y a quien no viste más de tres veces, pero te acordaste de ella cuando te la nombré.
Se portaron todos muy bien, y por momentos interactuaste con ellos, pero fueron los menos. Cuando ellos te llamaban para jugar o te preguntaban algo vos parecías estar encerrado en una burbujita, como si no escucharas, y no te volteabas siquiera a mirarlos. A la hora de jugar te costaba mucho jugar "adecuadamente" con los juguetes y si agarrabas un muñeco en vez de hacer lo que hacían los demás, como por ejemplo hacerlos caminar o hacer que saltaban, vos se los sacabas de las manos y te ibas al pasillo a tirarlos por el aire. Por supuesto, como ellos son pequeños como vos, no entendían por qué hacias eso y te miraban extrañados y hasta se reían de tu forma de actuar. Después de varios enojos de parte de tu primito porque juguete que él agarraba juguete que le sacabas de la mano para jugar "a tu manera" te serenaste y aprovechando que tenía un garage de juguete y muchos autitos, se los pedimos prestados para que te entretengas con eso. Mientras jugabas la primita de Mateo y él mismo me preguntaban: "por qué no habla Valentín?" o "Yo le hablo pero el no me quiere escuchar". Y yo les contestaba "Lo que pasa es que es más chiquito que ustedes y le cuesta hablar, porque es tímido, ustedes tienen que tenerle paciencia y ayudarlo".
Inmediatamente se pusieron a jugar con los autos con vos, aunque en realidad era junto a vos, porque ellos te hablaban y vos seguías sumergido en ver cómo el autito bajaba por cada uno de los pisos del garage al ponerlo en las bajadas (en forma de tobogán) de los costados.
Hasta que empezaron a guardar los chiches porque tu tia les prometió helados a ellos y caramelos a vos, fue con lo único que jugaste.
Todos los que estaban presentes esa noche me felicitaron por lo hermoso que estabas y lo mucho mejor que te veían. Ellos no te ven muy seguido, solo en los cumples de tu primito o en los de sus papás (mis primos, tus tíos). Así que me reconfortó bastante escucharlos decirme estas cosas.
Se murieron de amor, cuando viste la coca y le pediste un poco a la mamá de la primita de Mateo diciendo: "coca señora po´favó". O cuando al irnos despediste a cada uno con un beso. Sos un dulce, eso nadie lo puede negar. No tenés drama a la hora de repartir besos, jeje!.
Me sentí rara esa noche y se lo dije a tu papá.
Es como que al tener como único objetivo sacarte adelante y ayudarte a progresar cada día, que no miro hacia otro lado mas que a ese: hacia adelante, y nada más.
Me enorgullecen los pasos que vas dando y es eso lo que me sostiene para seguir. Tus palabras nuevas, tus picardías y payasadas, las cosas lindas que Lucia (tu integradora) me cuenta que hacés en el jardin, lo inteligente que ella y tus terapeutas creen que sos; o cuando me contás a tu manera que jugaste con algún compañerito de la sala y al otro dia al hablar con Lucia compruebo que es verdad, que en el jardín jugás con tus amigos y disfrutás de su compañía y ellos de la tuya. Son cada una de estas cosas las que hacen que (como dije al principio) vea el vaso medio lleno y no medio vacío.
Pero cada tanto cuando miro "a los costados" y soy la que puedo verte interactuando o no con niños de tu edad (en este caso tu primo), pienso: "hay un abismo inmenso por cruzar aún, quizás cada dia nos acerquemos un poco más y ese abismo sea un poco más estrecho, pero siempre va a estar ahi". Capaz a medida que sigas creciendo las diferencias se noten más o no, no lo sé.
Sé que no me lleva a nada pensar así. No por nada llevo dos años en este camino. Sé qué pensamientos son productivos para mí y cuales no. Pero hay veces en los que no puedo evitarlos. Y siento un nudo gigante en la garganta, ese nudo que me provoca ganas de llorar, pero que al ver tu sonrisa intento tragar para no derramar una sola lágrima.
Hoy quiero elegir tu sonrisa una vez más, sostenerme con esa carcajada contagiosa y reir junto a vos, y pensar una vez más como cada mañana "Mi hijo lo va a lograr".
No sé si estaré en lo cierto, pero mientras me quede aire viviré por eso y solo para eso. Viviré para que seas feliz, para amarte, para festejar cada logro como si fuese único, para seguir considerando a cada uno de ellos como pequeños grandes milagros de los que, a Dios gracias, puedo ser testigo.
Quiero disfrutar de tu alegría, de ese amor puro que solo vos albergás en tu pequeño gran corazón del que todos los que te conocen están enamorados. De esos "tinco besos mamá" (cinco besos mamá!) que me das antes de acostarte cada noche repitiendo con tu dulce vocecita a medida que me los vas plasmando en la cara (uno, do, tes, kato, tinco).
Sé que este camino es duro, y que por más que intente ver todo siempre de manera positiva, muchas veces no lo voy a lograr y no voy a saber como manejarlo. Y que muchas veces en vez de repetirme esa frase en la que pienso cada mañana al despertar, por mi mente pasará algún: "Estoy cansada, no puedo más".
Pero sé también, (y esa es mi fortuna) que cada mañana mi tristeza se irá volando lejos, aguardando regresar a mí en cualquier momento, cuando voltee a ver tu mirada pícara recién amanecida, tu sonrisa tan perfecta y tu voz que muy despacito (como para no querer despertarte), como de a puntitas de pié, me diga: "hola mamá! vamó a jadín!" (Hola mamá, vamos al jardín!)

Hoy una vez más eligo tu alegría y tus ganas de ser feliz:


Te lo digo millones de veces al dia, pero una más no hace daño no?: TE AMO NEGRITO DE MI VIDA!