lunes, 31 de agosto de 2009

Qué te anda pasando Valen?


Estas últimas semanas noté algunos cambios en tu comportamiento, pero como muchas veces, como cualquier niño de tres años, tenés tus días en los que estás más rebelde, me dije: bueno, ya va a pasar.
Leti, tu integradora, y Silvi, tu maestra de sala, hablaron conmigo el viernes pasado para preguntarme si había habido algún cambio en casa, en tu rutina, algo movilizante que te pudiera haber perturbado. Les dije que no, en casa estaba todo mágicamente bien, estable, y utilizo esta palabra porque muchas veces surge algo, ya sea con la salud de mi papá, tu Tata, o con alguna otra cosa que nos rompe el esquema. Pero no era el caso en estos últimos meses.
Como yo, te notaron mas disperso, mas inquieto, con tus tiempos de atención acortadísimos, deambulando sin sentido por la sala, no respetando los límites ni realizando las actividades. Esto les llamó mucho la atención, ya que venías con una patrón de conducta bárbaro, que las llenaba de satisfacción y más aún a mi cuando me contaban. Leti me comentaba que prescindías de ella la mayor parte del tiempo de tu jornada en el jardín, ya que, como el resto de tus amigos, seguías las pautas o consignas que Silvi y Ceci te daban y no necesitabas de su intervención para llevarlas a cabo, ya que solito te sentabas con tus compañeros y como uno más realizabas las actividades que te proponían.
En casa yo noto lo mismo, estás muy hiperactivo, como nervioso, y hasta tu cuerpito da manifestaciones de esto, te pones tenso y volviste a frotarte las manos deambulando de un lado a otro como hace largo tiempo (ya ni recuerdo cuando) lo hacías. Te cuesta centrar tu mirada en mis ojos, cosa que habíamos superado allá lejos y hace tiempo, esto de sostener la mirada hacia mi o hacia otros.
Raquel, tu neurolinguista, a quien el viernes a la tarde cuando la vimos, preocupada, le conté todo esto, me dijo que tomaramos la situación con pinzas, que quizás es solo una etapa y que ella habia sido testigo de que cuando tenés estos estancamientos de un momento a otro te destapás y viene algo bueno, como lo fue el mes pasado el tema de tu lenguaje y el hecho que empezaste a hablar. Por supuesto como siempre digo, áun no fluido, aún teniéndome a mi de traductora, ya que la única que te comprende y tiene la paciencia de unir las sílabas para convertirlas en palabras y de entrelazar tus palabras para convertirlas en frases, soy yo, obviamente, tu mamá; pero el hecho de que expreses tus necesidades con palabras y ya no con gestos o con berrinches por la frustación que te producía el no poder hacerte entender, para mí era un gran "milagrito", uno muy grande por cierto.
Raquel también me dijo que si esto persistía por un par de semanas más lo viera a tu neurólogo, el Dr Comas, para ver qué opinaba él y que se podía hacer.
Sé que en este diagnóstico los retrocesos son algo común. Que muchas veces vemos un avance atrás de otro, por momentos éstos se estancan, por momentos parece que el tiempo volviera atrás y las cosas que pensamos que habíamos superado y eran cosas del pasado vuelven a aparecer. Soy conciente de todo esto. Pero no puedo evitar angustiarme y pensar y pensar y pensar: que pasó?, que puede haber ocurrido para que en tu cabecita hubiera un click, pero esta vez no de los buenos?.
Sé que no debo dejar que la preocupación me supere porque no debo trasmitírtela a vos y hago tremendos esfuerzos para no llorar cuando te veo dormir a la noche, cuando el día cansador llega a su fin.
Es que veníamos tan bien Valen. Sé que aún nos queda mucho por trabajar, por alcanzar, pero íbamos por buen camino. Tu habla que nos costó más de un año lograr había empezado a surgir de tus pequeños labios. Tus tiempos de atención cada vez eran más largos y esto te permitió terminar de adaptarte al jardín e incluso concurrir sin Leti un día en el que ella estuvo enferma y, también, quedarte a almorzar junto con Nati (la directora) y tus maestras y amiguitos un día en el que me tuve que hacer un estudio y no conseguí otro turno urgente, y en ambas ocasiones te portaste bárbaro.

Que te anda pasando angelito mío? Me duele verte tan perdido. Sé que en tu mundo estás más a gusto, porque todo tiene sentido, pero tengo la obligación y la necesidad de traerte al mío.
Ojalá esto sea solo una etapa y pueda volver a verte detrás de esos ojos negros. Es algo que le ruego a tu abuela cada noche de estos últimos días.
Te amo mi cielo.