martes, 28 de julio de 2009

Sami está con Dios

No existen palabras de consuelo, que puedan aliviar el dolor de una perdida tan grande. Cualquier palabra se sentiría impotente en momentos como este en donde la tristeza invade y tiñe todo.
Sentí un profundo dolor y angustia al enterarme a través del blog de Alicia que Sami nos había dejado. No pude dejar de pensar ni un segundo en Cintia, en su marido, en los hermanitos de Sami.
En momentos como este uno busca la frase justa, la palabra adecuada, pero no la hay, es difícil encontrarla, por no decir imposible. Uno no deja de preguntarse el por qué y trata de encontrarle un sentido a todo esto.
Creo que este niño era un ángel, desde el día en que nació. Un ángel que llegó a la vida de Cintia y Julio con una misión, un ángel que eligió a sus guardianes por una razón muy especial y misteriosa, quizás solo él sabia que entre ellos se sentiría amado y cuidado, protegido y mimado, que sólo ellos estarían preparados para agarrar su pequeña mano y caminar juntos los tres este camino lleno de piedras que les tocó transitar; un ángel cuyo paso por este mundo debía dejar una huella, cuyo paso no fuese en vano.
Creo que Dios necesitaba a su lado un ángel guerrero, luchador, lleno de amor puro, por eso se acordó de este ángel que estaba entre nosotros y decidió venir a buscarlo para sentarlo en su regazo.
Lo único que me reconforta saber es que Sami ahora está bien, que en el lugar desde adonde ahora nos mira no hay dolor, no hay sufrimiento, ... que es un lugar en donde podrá jugar, correr, saltar y reír eternamente; un lugar desde donde podrá cuidar y convertirse en un ángel de la guarda para sus papas y hermanos, esperando el día en el que finalmente puedan reencontrarse.
Hoy no pediré que nos unamos en oración por Sami, porque sé que su pequeña alma esta bien, pero si pediré y rezaré por Cintia, su mamá, que nunca le soltó la mano, que estuvo con él hasta el ultimo momento y que nunca perdió la esperanza de que un milagro pudiera suceder, pero que también estaba dispuesta a aceptar la voluntad de Dios sea cual fuere, lo único que ella pedía era que fuera lo mejor para su hijo.
No los conocí personalmente, pero ya los sentía parte de mi vida y agradezco haberme metido en este mundo en donde a través de los blogs de sus amigas Alicia y Fabi pude conocer su historia y admirar su valentía y lucha incansable.
Cintia estamos con vos, apoyándote, dándote fuerzas, brindándote todo nuestro amor y cariño.
La verdad me siento muy impotente, pero no quería dejar de escribir algo por mas mínimo que fuera en un día como hoy.


No llores si me amas ...
Si conocieras el don de Dios
y lo que es el cielo...
Sí pudieras oír el
cántico de los ángeles
y verme en medio de ellos...
Si pudieras ver desarrollarse ante tus ojos
los horizontes, los campos y los nuevos
senderos que atravieso...
Si por un instante pudieras contemplar como yo
la belleza ante la cual las bellezas palidecen...
¡Cómo!... ¡Tú me has visto, me has amado
en el país de las sombras
y no te resignas a verme y amarme
en el país de las inmutables realidades?
Creéme. Cuando la muerte venga
a romper las ligaduras
como ha roto las que a mí me encadenaban;
cuando llegue el día que Dios ha fijado y conoce,
y tu alma venga a este cielo
en el que te ha precedido la mía...
Ese día volverás a verme.
Sentirás que te sigo amando, que te amé,
y encontrarás mi corazón
con todas sus ternuras purificadas.
Volverás a verme en transfiguración, en éxtasis feliz.
Ya no esperando la muerte,
sino avanzando conmigo,
que te llevaré de la mano por los senderos
nuevos de luz y vida.
Enjuga tu llanto y no llores si me amas.

San Agustín Numidia